viernes, 6 de agosto de 2010

En este blog hablaremos de un escritor, ensayista y profesor universitario argentino: Enrique Anderson Imbert.


                                                        
Desde los cuatro años de edad vivió en Buenos Aires y desde los ocho en La Plata. Con sólo 16 años afloró su vocación literaria. El joven Anderson comenzó a publicar artículos en la revista literaria del diario bonaerense La Nación y llegó a ser director de la página literaria del periódico socialista La Vanguardia. También colaboró en Nosotros y Sur. Cuando apenas había cumplido 24 años, obtuvo un premio municipal por su novela Vigilia. Tres años después, los ensayos de La flecha en el aire (1937) refirmaron la doble vertiente de creación y erudición en su labor intelectual. Su novela Vigilia (1934) obtuvo el tercer Premio Municipal de Literatura (1935) El mentir de las estrellas (1940) es su primera colección de cuentos.

Estudió en el Colegio Nacional de esa ciudad, y luego en la Universidad de Buenos Aires, a la que ingresó a los 18 años. En 1930, comenzó a enseñar en la Universidad Nacional de Cuyo, y posteriormente, hasta 1947, en la Universidad Nacional de Tucumán. Al mismo tiempo, era editor de la sección literaria del periódico socialista "La Vanguardia" de Buenos Aires. Destituido de su cátedra en Tucumán con el advenimiento del gobierno de Juan Domingo Perón, se dirigió a los Estados Unidos con una beca de la Universidad de Columbia. El mismo año comenzó a enseñar en la Universidad de Míchigan, donde permanecería hasta 1965. En ese año fue designado Víctor S. Thomas Professor de Literatura Hispánica en la Universidad de Harvard, cargo que mantendría hasta su jubilación en 1980. Fue elegido miembro de la Academia Argentina de Letras en 1979.
Enrique Anderson Imbert cosechó elogios por sus novelas y cuentos, pero también y sobre todo por sus aportaciones a la crítica literaria, actividad en la que se destacó. Tuvo una gran polémica con su libro Antiborges, que publicó junto a Pedro Orgambide y Raúl Scalabrini, donde denostaba la obra de Borges. En ella pronosticaba un futuro oscuro para la obra del escritor argentino, una profecía que nunca se cumplió.

Es un clásico postergado de la literatura rioplatense, en general, y de su país en particular. Otros escritores ocupan a críticos, comentaristas y "formadores de opinión" en el espinudo universo de la literatura de aquellos países.
Todos los ingredientes que definen al cuento son parte de la literatura andersoniana: la sorpresa, la economía, la universalidad. Un escritor no se define desde la política, la religión o el lugar heredado que ocupa en la sociedad: se definiría, en todo caso, por su estatura humana y su vigor mental. Y se lee por el interés que despierta su escritura.
De su estilo se dijo siempre que brotaba de una imaginación frondosa y a la vez acotada al europeísmo del Río de la Plata. Estructuras montadas sobre bases casi matemáticas y la pluma propia de quien da prioridad al raciocinio.
Ya retirado de la actividad docente, Enrique Anderson Imbert continuó con su pasión por la escritura, incursionando en los géneros más diversos.
En su lecho de muerte bosquejó un cuento corto: la historia de un violinista que, a punto de comenzar un concierto que definirá su carrera, descubre que ha olvidado la partitura.

DIARIO LA NACION:
Fantasía realista

Historia de una rosa y Genesis de una luna
Cuentos Selectos
Por Enrique Anderson Imbert

Historia de una rosa y Génesis de una luna -novela corta y cuento largo, respectivamente- constituyen la más reciente obra narrativa de Enrique Anderson Imbert y aparecen simultáneamente con la primera antología cuentística del autor, Cuentos selectos (selección y prólogo de Juan José Delaney). Esta circunstancia invita a una valoración en perspectiva de los últimos relatos del autor que, además de su actividad literaria, ejerce la docencia universitaria en el país y en el exterior. En Historia de una rosa (título que alude al nombre de la amada del protagonista, Carlos), se narran las tribulaciones de ese personaje, ex-guerrillero hoy paranoico que, luego de recuperar su libertad, vuelve a su hogar para buscar a Rosa, aun contra la más absoluta evidencia de su muerte. Cree reconocerla en la oculta y misteriosa hermanastra de su amada, en quien despierta primero rechazo e impaciencia, después compasión y, finalmente, amor, amor que lo redime de la locura.
Se trata de un relato emblemático de la narrativa andersoniana, que funciona como un ejemplo, una suerte de "ilustración" ficcional, resuelta con seducción y eficacia, de la idea expuesta por el narrador al promediar la historia: "Un problema, cuando se instala en una mente, echa sombras de duda aun sobre lo indudable".

En el cuento largo "Génesis de una luna", el protagonista es el propio Anderson Imbert o, mejor dicho, una especie de álter ego suyo, camuflado y convertido a la vez en narrador y personaje de la ficción. El texto incluye, atractivamente, documentos literarios auténticos, anécdotas autobiográficas en las que aparecen, entre otros, Enrique Méndez Calzada y Alfonso Reyes.

Ambos relatos dan cuenta de la inteligente fantasía realista de Enrique Anderson Imbert y comparten ese doble escenario inventivo y crítico que caracteriza al autor. Escenario que involucra una visión del mundo y de la vida en que la gracia y la ternura no excluyen la parodia de la deshumanización social de esta época, de la que el autor es testigo y protagonista.
Como ha señalado el propio escritor en el prólogo a la edición de Las pruebas del caos -y consigna su antólogo en los Cuentos selectos -: "Sólo sugeriré que mis temas fantásticos no significan una visión de la realidad sino un desafío a las sectas del realismo ingenuo".

Cuentos selectos permite apreciar el recorrido artístico de este escritor nutrido en una estética idealista; según sus propias palabras: "las artes no imitan cosas reales sino que crean formas abstraídas de la mente". La lectura de sus textos deleita siempre, da qué pensar y sorprende una y otra vez, tanto por la astucia de los recursos narrativos como por la vigente hondura del contenido.

Escrito por: Fernando Sánchez Sorondo

Sus Obras:
Criticas Literarias:

La flecha en el aire (1937; muy ampliada en la edición de 1972)
• Tres novelas de Payró con pícaros en tres miras (1942)
• Ibsen y su tiempo (1946)
• Ensayos (1946)
• El arte de la prosa en Juan Montalvo (1948; segunda edición aumentada en 1974)
• Estudios sobre escritores de América (1954)
• Historia de la literatura hispanoamericana, (1954; hay muchas reediciones revisadas y ampliadas en dos volúmenes)
• La crítica literaria contemporánea (1957) (Reediciones muy modificadas y ampliadas. Métodos de la crítica literaria, 1969; La crítica literaria, métodos y modalidades, 1979; La crítica literaria: sus métodos y problemas, 1984)
• Los grandes libros de Occidente y otros ensayos (1957)
• Los domingos del profesor (1965, con prólogo de Alfredo A. Roggiano; segunda edición, muy ampliada en 1972)
• La originalidad de Rubén Darío (1967)
• Genio y figura de Sarmiento (1967; reimpresión en 1989)
• Una aventura amorosa de Sarmiento (1969)
• Estudios sobre letras hispánicas (1974)
• El realismo mágico y otros ensayos (1976; segunda edición ampliada en 1992)
• Las comedias de Bernard Shaw (1976)
• Los primeros cuentos del mundo (1977)
• Teoría y técnica del cuento (1979. Reimpresión revisada: 1982. Segunda edición muy modificada: 1992)
• La prosa: modalidades y usos (1984; segunda edición modificada en 1998)
• Nuevos estudios sobre letras hispanas (1986)
• Mentiras y mentirosos en el mundo de las letras (1992)
• Modernidad y posmodernidad (1997)
• Escritor, texto, lector (2001)

Narrativa:

Vigilia (novela, 1934)
• El mentir de las estrellas (cuentos, 1940)
• Las pruebas del caos (cuentos, 1946)
• Fuga (novela, 1953)
• El grimorio (cuentos, 1961)
• El gato de Cheshire (cuentos, 1965)
• El estafador se jubila (cuentos, 1969)
• La locura juega al ajedrez (cuentos, 1971)
• La botella de Klein (cuentos, 1975)
• Dos mujeres y un Julián (cuentos, 1982)
• El tamaño de las brujas (cuentos, 1986)
• Evocación de sombras en la ciudad geométrica (novela, 1989)
• El anillo de Mozart (cuentos, 1990)
• ¡Y pensar que hace diez años! (cuentos, 1994)
• Reloj de arena (cuentos, 1995)
• Amorío (y un retrato de dos genios) (novela, 1997)
• La buena forma de un crimen (novela, 1998)
• Historia de una Rosa y Génesis de una luna (novelas, 1999)
• Consenso de dos (cuentos, 2000)
• El libro de los casos

Antologías:

El leve Pedro (1976)
• Cuentos en miniatura (1976)
• El milagro y otros cuentos (1985; con estudio preliminar de María Rosa Lojo de Beuter)
• Páginas de Enrique Anderson Imbert seleccionadas por el autor (1985; con estudio preliminar de Ester de Izaguirre)
• Cuentos selectos - Enrique Anderson Imbert (1999)
• Cuentos escogidos (editorial Cántaro)


 Ahora hablaremos un poco de la Literatura Realista, relacionada con este escritor.


Aspectos políticos, económicos, sociales e Históricos:

La literatura realista surge como movimiento en la segunda mitad del siglo XIX, una época en la que los gobiernos progresistas consagraron derechos democráticos e impulsaron reformas. Es el tiempo en el que se consolida el estado liberal y la burguesía. También es ahora cuando se desarrollan las organizaciones obreras.

El realismo hay que entenderlo en la época del esplendor de la burguesía, del auge de la ciencia y el nacimiento de la fotografía. La fascinación de muchos autores por crear obras que fueron lo más “fieles” posibles al mundo real, lo más verosímiles, fue el motor de un movimiento que, como decimos, no sólo afectó al mundo literario.

Aspectos ideológicos y culturales:

Las corrientes de pensamiento más destacadas fueron el krausismo ― que propugnó una filosofía práctica, racionalista que hacía hincapié en el carácter ético de la conducta individual, en la creencia en la perfección del hombre y en la evolución de la sociedad ― y el positivismo ― un sistema filosófico que solo admite los conocimientos que se fundamentan en la experimentación; por ello se basa en la aportación de las ciencias físicas y naturales ― .

EL REALISMO

El Realismo surge como un movimiento opuesto al Romanticismo e intenta trasladar la realidad al arte, es decir, representarla lo más fielmente posible y con el máximo grado de verosimilitud. En general, los realistas trataron de dejar testimonios fieles de sus épocas.
Surgió en la Francia de la primera mitad del XIX. Se inició con autores como Balzac y Stendhal, y se desarrolló con Flaubert.
En España, el inicio realista coincidió con acontecimientos históricos capitales. Surgió hacia 1870, después de “La Gloriosa”, y tuvo su apogeo en la década de 1880.

CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA REALISTA

El género literario por excelencia del Realismo es la novela realista que tiene como antecedentes en España La Celestina (siglo XV), El Lazarillo de Tormes (siglo XVI), el Quijote (siglo XVII), las Cartas Marruecas (siglo XVIII), el “costumbrismo” de la primera mitad del siglo XIX, los Artículos de Larra o la “novela histórica” de Romanticismo.
Podemos fijar unos RASGOS COMUNES a todas las novelas realistas. Los escritores se sirven de la observación y documentación para reflejar la realidad/sociedad con el propósito de transformarla. Esto explica que existieran dos tendencias de ideologías encontradas dentro de este movimiento. Por un lado, los conservadores, que se decantan por la vuelta al mundo preindustrial, defendiendo el mundo rural y mostrando la parte amable de la realidad. Por otro lado, encontramos a los liberales, que abogan por la sociedad industrial reinante, pero más justa, y la muestran tal como es.

Desde un punto de VISTA TEMÁTICO, esta novela girar en torno a la vida y éxito de la burguesía (sus comportamientos, sus inquietudes, sus desazones, sus matrimonios, el dinero...), que consiguió instalarse en el poder político, económico y social a lo largo de las grandes revoluciones del siglo XIX. Como consecuencia de ello, los grandes temas de la novela realista irán de la mano de los cambios propios del éxito social burgués: el rol social de la mujer instruida, el éxodo rural y el nuevo papel preponderante de la ciudad, la creciente tensión entre la clase burguesa y la clase obrera, los nuevos valores individualista de la clase media, la secularización de la sociedad, la caída de la nobleza, etcétera.
Pero también se hace el retrato de los sectores más pobres de la sociedad urbana y del mundo rural. Sus personajes suelen ser individuos (inadaptados) que se enfrentan a la sociedad y son derrotados por el mundo que los rodea. Normalmente son numerosos y representan a diferentes clases sociales.

Desde el punto de VISTA FORMAL, el rasgo que define a esta novela es la búsqueda de la verosimilitud, para ello se vale de diferentes recursos, como pueden ser las descripciones muy pormenorizadas; los personajes que evolucionan a lo largo de la obra y aparecen en varias obras del mismo autor. Por este mismo motivo, en la novela realista se unen los hechos históricos con la ficción; los personajes reales con los inventados. También por esta causa la acción transcurre en lugares conocidos, se alude a fechas coincidentes con el momento en que se escribe la obra y se hace que los personajes hablen conforme a su condición social.
En general, la literatura realista se caracterizó por ofrecer descripciones detalladas y prolijas no sólo de los ambientes, paisajes o lugares, sino también de los personajes, sus acciones, oficios y quehaceres. Los distintos personajes empezaron a utilizar sus propias maneras de hablar, y lo cotidiano se convirtió en el eje central de la literatura. Los personajes no se definen por su sentir ni su espiritualidad, sino por sus acciones y su expresión.
Otro rasgo formal es la utilización de un narrador, que aun adoptando diferentes formas, suele aparecer como ultraomnisciente (con el papel de cronista). Aparte de la narración tradicional y el estilo indirecto sobresalen el diálogo (caracterización de personajes) y el monólogo interior (subjetividad). Se busca la naturalidad estilística.


 Dentro del Realismo encontramos una derivación que se conoce con el nombre de Naturalismo. Este movimiento pretendió llevar hasta sus últimas consecuencias los postulados del Realismo, por lo que intentó retratar la realidad con un método científico, para lo que hizo de la observación y de la experimentación su método de trabajo. La conclusión a la que llegaron sus cultivadores es que el hombre es pura materia y que no tiene libertad de actuación, porque su existencia se halla determinada por la herencia genética (Mendel) y las circunstancias sociales. Todo lo anterior explica que las novelas naturalistas estuvieran protagonizadas por, alcohólicos, psicópatas, seres que obedecían a impulsos primarios; esto es, personajes dominados por su origen biológico o por la sociedad opresiva en la que vivían.
El mayor exponente del Naturalismo fue Émile Zola. Esta tendencia, aunque contó con seguidores como Emilia Pardo Bazán, Blasco Ibáñez o el mismísimo Clarín, no se desarrolló plenamente en España por el peso del catolicismo, que era incompatible con el determinismo naturalista.

La Novela: Pincipales Autores

 Juan Valera:


Juan Valera y Alcalá-Galiano (Cabra (Córdoba), 18 de octubre de 1824 - Madrid, 18 de abril de 1905) perteneció a una familia aristócrata. Desempeñó misiones diplomáticas en varios países y ocupó importantes cargos políticos. Comenzó su carrera como novelista alrededor de los cincuenta años de edad. En sus últimos años fue víctima de una ceguera progresiva.


Desde sus comienzos, Valera fue reacio tanto al Romanticismo, por sus extremismos, como al Realismo, porque le impedía desarrollar plenamente su fantasía. Solo adoptó una postura realista cuando eligió ambientes reales (como su Andalucía natal) y personajes verosímiles, aunque rechazó los aspectos menos atrayentes de la realidad, tan al gusto de los naturalistas y algunos realistas.
Su importancia se le debe a las novelas; la primera de ellas es Pepita Jiménez (1874), escrita en su mayor parte en forma de carta. En esta obra, se narra la historia de una viuda que se pone de acuerdo con el padre de un seminarista para alejarlo de su falsa vocación. Otras obras importantes son Doña Luz (abordando cuestiones de vocación religiosa) y Juanita la Larga. Esta segunda novela cuenta el idilio de don Paco, un cincuentón, y de la protagonista, que desea redimirse de él por un honrado matrimonio.
Juan Valera fue liberal político y escéptico en cuanto a la religión. Empleó un lenguaje literario sencillo, aunque no vulgar. Al morir, los escritores de la Generación del 98 le guardaron un profundo respeto. Hoy se le considera por gran parte de la crítica como el mejor prosista del siglo XIX, pese a reconocer la superioridad creadora de Galdós.

José María de Pereda:

José María de Pereda nació en Polanco (provincia de Santander, actual Cantabria) en 1833. Perteneciente a una familia hidalga, viajó mucho por el extranjero y fue diputado carlista, aunque más tarde se dedicó al cultivo de sus tierras y a la literatura. Contó con la amistad de Galdós, pese su opuesta ideología política. Murió en 1906 en su pueblo natal.


Comenzó su producción literaria como costumbrista: inclinado al realismo con dotes de observación, publicó Escenas montañesas. Más tarde encontraría su fórmula ideal de la novela, al insertar aquel costumbrismo en una visión enamorada del paisaje y de las gentes de la montaña, con sus pasiones y su lenguaje característico. En sus primeras novelas de este tipo (novela idilio), solía enfrentar la paz y la ignorancia de aquella gente rústica con las asechanzas políticas de la vida moderna (Don Gonzalo de la Gonzalera y De tal palo tal astilla). Defendía una tesis que hoy en día aceptarían muy pocos. La novela idilio termina cuando Pereda decidió renunciar a la defensa explícita de tesis alguna. A esta segunda época pertenecen relatos como Sotileza (epopeya de unos pescadores cántabros) y La puchera. La que es considerada su obra maestra es Peñas arriba (1895), cuyo bucolismo descriptivo y el casticismo de su estilo puede parecer hoy en día obsoleto. Pese a ello, José María de Pereda es considerado un gran narrador, dotado de gran capacidad descriptiva y épica.

Pedro Antonio de Alarcón:

Pedro Antonio de Alarcón nació en Guadix (Granada) en 1833. Fue uno de los principales responsables de que el realismo se impusiera a la prosa romántica en boga en aquellos momentos. Fue político además de escritor y en su ideología evolucionó desde posturas liberales a más tradicionalistas.
Estuvo en la guerra de Marruecos como voluntario y dejó testimonio escrito sobre su experiencia en Diario de un testigo de la guerra Africana (1859). Durante un tiempo fue escritor de viajes relatando en sus artículos varios de sus viajes. En su tiempo destacó por sus novelas religiosas siendo la más popular de todas ellas El escándalo (1875), en esta novela defendía a los jesuitas lo que fue muy polémico. Su obra más popular, sin embargo, y por la que es recordado, es El sombrero de tres picos publicada en 1874, que inspiraría a Falla su famoso ballet.

Benito Pérez Galdós:

Galdós es considerado como el escritor más representativo del movimiento. Nació en Las Palmas de Gran Canaria, en 1843. Estudió leyes en Madrid, donde conoció la vida de la Corte. En París, quedó perplejo ante las novelas de Balzac, quien influiría notablemente en su obra. Se declaraba progresista y anticlerical, lo que no supuso un obstáculo para entablar grandes amistades con Menéndez Pelayo y José María de Pereda, de ideologías opuestas. Aunque se definió republicano, poco a poco su radicalismo fue templándose. Incluso Alfonso XIII y él guardaron una mutua simpatía personal. A partir de 1910 comenzó a perder la vista y quedó arruinado por los elevados gastos de su desarreglada vida íntima. Se le solicitó el Premio Nobel, pero lamentablemente media España, junto a la Real Academia, se opusieron a su galardón; en vano resultó el apoyo por los altos dignatarios eclesiásticos. Falleció, ciego, en 1920.

Se destaca un gran grupo de novelas en las que Galdós trata de retratar su mundo contemporáneo. Dentro de este apartado de las novelas de su actualidad encontramos:

* Las novelas de la primera época o de tesis. El tema y los personajes están sometidos a las ideas del autor. Los personajes son los portavoces de esos pensamientos, mientras que los antagonistas se caracterizan por adoptar una postura contraria, y al final quedan en evidencia. Todos ellos son planos. El narrador, omnisciente, realiza continuos comentarios moralistas con los que apela al receptor. Entre las técnicas narrativas usadas sobresalen las cartas y los diálogos. Un título destacado Doña Perfecta.

* Las novelas contemporáneas. Galdós inventa un mundo ficticio en el que se cuentan las preocupaciones, bajezas, etc., de la burguesía española del XIX. Muestran la realidad de la época. Para ello hace un retrato del Madrid de la época y, por extensión, del resto de España. Los personajes son complejos y evolucionan a lo largo de la obra; además, están influenciados por el Naturalismo. Predomina el narrador omnisciente que funciona como cronista. Encontramos diálogos, monólogo interior, estilo indirecto libre y modo teatral. Emplea el humor, la ironía y la parodia.

Dos obras muy famosas son Miau y Fortunata y Jacinta. En esta última se presenta el conflicto de un triángulo amoroso, muy adecuado para expresar el conflicto entre el amor y la sociedad. Las mujeres, Fortunata (símbolo de la naturaleza, el pueblo, la rebeldía frente a las reglas y la trasgresión) y Jacinta (personificación del ideal burgués, respeto a las leyes y a las convenciones), son las verdaderas protagonistas. La primera se enamora de Juan Santa Cruz, pero éste se casa con Jacinta. En un principio Fortunata ingresa en una orden monacal, pero más tarde se casa, aunque sigue enamorada de Juan. Antes de morir ésta da a su hijo a Jacinta, que era estéril. El desenlace de la historia representa el fracaso de todos ellos. De esta forma se expresa el conflicto entre amor y sociedad.

* Las novelas espiritualistas. Están marcadas por unos claros valores evangélicos que abarcan el amor y la caridad cristiana. Manifiestan la desilusión del autor al ver que los esfuerzos de la burguesía por cambiar la sociedad han sido vanos, de ahí que su obra tome un carácter trascendental. Los personajes son humildes, pero con alta moral y sentido del deber. Están ambientadas en los barrios más miserables de la época. Aquí habría que destacar Misericordia.

* Últimas novelas. Mezclan el realismo con elementos de carácter maravilloso y fantástico y están en contacto con el conocimiento y la vida cotidiana de los seres anónimos. Este es el caso de El caballero encantado.

LA POESÍA

Cierto es que hacia la segunda mitad del siglo XIX la novela evolucionó rápidamente hacia el Realismo, pero esto no ocurrió con la lírica y en el teatro, cuya transformación fue menos violenta y aún continuaron impregnados de romanticismo hasta final de siglo.
Este romanticismo postrero es más aparente que real; en ocasiones carece de fondo y sin la exaltación lírica a la que se entregaba el romanticista de pro. Esto es debido a la sociedad, pues era el momento de la burguesía que consolidaría la Restauración de 1875. Dicha sociedad, que estaba sentando las bases del capitalismo y dando los primeros pasos de industrialización del país, no dejó cabida para las personas que admiraban el arte de forma desinteresada.
Los escritores más representativos son Gaspar Núñez de Arce y Ramón de Campoamor, en ocasiones adscritos al Romanticismo como opositores al movimiento, pues en este romanticismo tardío aún quedaban pequeños vestigios con Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.

Ramón de Campoamor:

Nació en Navia (Asturias) en 1817, y murió en 1901. Perteneció al Partido Moderado, además de ser empleado de Hacienda, gobernador y diputado. Escribió tratados sobre temas filosóficos (Lo absoluto), obras dramáticas, poemas de pretensiones épicas y filosóficas (Colón, El drama universal y El licenciado Torralba).
Su creación más personal, sin embargo, son sus pequeños poemas, como Humoradas, Doloras y Pequeños poemas. Con ellos pretendió romper con el Romanticismo, creando una poesía acorde con el momento, prosaica, sencilla, escéptica y en algunos casos irónica, con una moraleja que suele ser trivial. Hoy puede ser considerada por los estudiosos ramplona y banal. En cualquier caso, Campoamor explicó sus ideas innovadoras en Poética, en la que dice:

“La poesía es la representación rítmica de un pensamiento por medio de una imagen, y expresado en un lenguaje que no se puede decir en prosa ni con más naturalidad ni con menos palabras... Sólo el ritmo debe separar al lenguaje del verso del propio de la prosa... Siéndome antipático el arte por el arte y el dialecto especial del clasicismo, ha sido mi constante empeño el de llegar al arte por la idea y el de expresar ésta en el lenguaje común, revolucionando el fondo y la forma de la poesía.”

Gaspar Núñez de Arce:

Gaspar Núñez de Arce (1834-1903), nació en Valladolid. Fue gobernador de Barcelona, diputado y Ministro de Ultramar.
Escribió dramas, como El haz de leña, que trata sobre del tema del príncipe don Carlos, hijo de Felipe II, un tema ya tratado por Schiller; aunque su obra mejor valorada está constituida por sus poesías y sus poemas extensos.
Núñez de Arce cuidaba la expresión, pero sus poemas están cargados de artificiosidad política (como en Gritos del combate, en los que pretendía conseguir una poesía civil y patriótica); en exaltados discursos de corte filosófico (La duda). Se le suele achacar el abuso de una retórica demasiado fácil. También escribió cuentos o leyendas versificadas, como Un idilio, La pesca y El vértigo.

Otros poetas:

Aunque menos importantes, también hubo otros numerosos poetas que siguieron las tendencias realistas, entre ellos:

Ventura Ruiz Aguilera (1820-1881): Nacido en Salamanca y autor de Ecos nacionales, leyendas patrióticas, y Elegías.
Vicente Wenceslao Querol (1836-1889): Natural de Valencia, autor de Rimas.
Federico Balart (1831-1905): Escribió Dolores, una colección de elegías escritas a la muerte de su esposa.
Emilio Ferrari (1850-1907): Vallisoletano, imitó a Núñez de Arce.
José Velarde (1849-1892): Al igual que Ferrari, siguió los pasos de Núñez de Arce.
Manuel Reina (1856-1905): Plasmó en sus poemas el color de Andalucía, su tierra.
Joaquín Bartrina (1850-1880): Nacido en Barcelona, llevó al extremo el humorismo y el prosaísmo de Campoamor, al que añadió un pesimismo materialista, en su obra Algo.

EL TEATRO:

El teatro realista español describe un arco desde las posturas más conservadoras y acríticas a las más progresistas y ácidas: desde la alta comedia de Adelardo López de Ayala y Ventura de la Vega, al teatro éticamente inquieto de Benito Pérez Galdós y la acerada crítica de Enrique Gaspar (1842-1902), dramaturgo de minorías. Junto a estos autores, se reanudó el interés por el costumbrismo que reflejó el público burgués más conservador a través de géneros como la zarzuela o género chico, el sainete o el teatro por horas. Se trataba de un teatro fundamentalmente de evasión, que procuraba no plantear problemas de conciencia al burgués. Junto a ello, se intentaba revitalizar los anticuados valores conservadores de la honra con las iniciativas para hacer revivir el drama histórico romántico por parte de Manuel Tamayo y Baus o por parte del neorromanticismo del matemático José Echegaray.

José Echegaray:

José Echegaray (1832-1916) nació en Madrid y ocupó altos cargos políticos. Fue ingeniero de Caminos, de cuya escuela fue director. Alternó el estudio de las matemáticas y de los problemas científicos (sobre los que publicó dos libros: Ciencia popular y Vulgarización científica) con la poesía dramática, que según Lázaro Carreter «le da una cierta sequedad sistemática que muestra más el esfuerzo que el instinto poético». En 1904 se le concedió, junto a Frédéric Mistral, el Premio Nobel.

Echegaray trató de combinar dos elementos incompatibles: un romanticismo exagerado con el positivismo y realismo latente en su tiempo. Como resultado se da un teatro de costumbre contemporáneas, a base de procedimientos románticos, en los que según la crítica abusa de las situaciones trágicas y patéticas, y se caracteriza porque en cada una de sus obras plantea un caso de conciencia, un problema ideológico o, como se titula una de sus obras, un Conflicto entre los deberes. Entre sus obras más destacadas se encuentran El loco Dios, Mancha que limpia, El gran Galeoto, O locura o santidad.

Manuel Tamayo y Baus:

Manuel Tamayo y Baus (1829-1898) nació en Madrid. Fue hijo de actores y se casó con la hija del famoso actor Isidoro Máiquez. Estuvo en permanente contacto con el teatro y abarcó en sus obras gran variedad de temas. Escribió tragedias clásicas (Virginia), dramas románticos (Locura de amor, sobre Juana la Loca), teatro costumbrista (La bola de nieve y Lo positivo) y el teatro de tesis (Lances de honor y Los hombres de bien). Su obra más importante es Un drama nuevo, en la que presenta a la compañía teatral de Shakespeare, que ha de representar un drama en el que el actor Walton descubre que Alicia, su mujer, que desempeña este papel en la obra, le es infiel. Pero lo que ocurre ficticiamente en la ficción, también ocurre en la realidad: Alicia ama a Edmundo y, al representarse la obra, Walton mata a su esposa en escena para limpiar su honor. Finalmente Shakespeare explica al público lo ocurrido.

Peliculas basadas en historias reales:

¡Viven!

La película narra la historia de un equipo uruguayo de rugby, el Old Christian's Club de Carrasco, cuyos miembros eran estudiantes de Colegio Stella Maris de Montevideo, y de sus amigos y familiares. Todos ellos se vieron envueltos en un accidente aéreo al estrellarse su avión en los Andes el 13 de Octubre de 1972. Los sobrevivientes tuvieron que recurrir al canibalismo para subsistir.




La Terminal

La película está basada en la historia real de Mehran Karimi Nasseri, un refugiado iraní que vivió en el Aeropuerto de París-Charles de Gaulle entre 1988 y 2006. Anteriormente a Spielberg, el director francés Philippe Lioret ya había adaptado al cine su historia en la película En tránsito (título original: Tombés du ciel) (1993).